Los expertos insisten: la forma de trabajar irá cambiando cada vez más por el impacto de las nuevas tecnologías y en un futuro no muy lejano, los trabajadores deberán ser capaces de desenvolverse en este nuevo entorno donde personas y máquinas trabajarán juntas.
Dell, la empresa de soluciones tecnológicas, junto con el Instituto Para El Futuro (IFTF, por sus siglas en inglés), ya ha puesto fecha en un estudio: 2030. Este es el límite en el que los empleados deberán disponer de habilidades en tecnologías emergentes.
Más de la mitad de los 4.600 directivos entrevistados para el estudio consideran que serán necesarios esos manejos profesionales en 2030 y, uno de cada tres, temen que los trabajadores no lo consigan.
Además, casi ocho de cada diez admiten que los esfuerzos de transformación digital de sus respectivas compañías no están siendo tan amplios como deberían.
Por otro lado, según un estudio reciente de Kapersky, la compañía dedicada a la seguridad informática, la mayoría de la población del Reino Unido ya teme perder su empleo por la implementación de algunos de estos avances.
EL IMPACTO A CORTO PLAZO.
Según el estudio de Dell, son cuatro las tecnologías clave en esta transformación del trabajo: la Inteligencia Artificial colaborativa, las interfaces multimodales, los libros de contabilidad distribuidos seguros y la realidad aumentada.
Para los investigadores, estos cuatro aspectos serán críticos para comprender cómo los hombres y las máquinas podrán trabajar juntos.
Entre ellos destaca la Inteligencia Artificial (IA), llamada a transformar la manera en la que se llevan a cabo los trabajos.
Ante estos avances, las personas se preguntan cuál será el precio social de esta carrera irrefrenable. Por un lado, surgen miedos sobre la destrucción de empleos y, por otro, se apunta al nacimiento de nuevos puestos derivados de la implementación de esta tecnología.
Un estudio reciente de IBM en colaboración con el prestigioso MIT (Massachusetts Institute of Technology) encontró signos de que la IA está empezando a redefinir los perfiles laborales y pretendió arrojar un poco de luz sobre la cuestión.
Por el momento, el impacto no es tan profundo como se podría pensar. Los responsables analizaron 170 millones de ofertas de empleo publicadas entre 2010 y 2017 usando aprendizaje automático.
Descubrieron que de las 18.500 posibles tareas que se requerían a los trabajadores de media, el número había descendido en 3,7 desde inicio de la década pasada. En un principio esta tecnología eliminará las tareas repetitivas y pesadas.
Sin embargo, el estudio advierte de que, cuando esté más extendida, los reclutadores buscarán otras características en los trabajadores. Por ejemplo, las llamadas habilidades blandas serán más necesarias: las intelectuales, relacionadas con el análisis y la creatividad.
El cambio, según los investigadores, ha sido relativamente lento, por ahora solo hay señales tempranas de cómo la IA afectará al mercado laboral, pero se espera que la transformación tome velocidad en los próximos años.
LA CARA Y LA CRUZ.
Se especula con lo que pasará en el futuro. Se teoriza sobre si estas tecnologías dejarán a una gran cantidad de trabajadores en todo el mundo sin una manera de ganarse el sustento. Es una cuestión que ocupa a investigadores y a políticos, que ya discuten sobre este tema en los debates. Pero, ¿qué sucede ahora?.
Un nuevo estudio de la Universidad de Illinois ha analizado el impacto de la IA en un sector en el que su implementación está bastante avanzada: el trabajo en almacén.
Según este informe, al que obtuvo acceso el medio estadounidense Vox, asegura que la IA no sustituirá al millón de trabajadores de este sector en los próximos 10 años, pero sí que puede complicar el día a día laboral de los que se dedican a estas tareas.
Por un lado, puede liberar a los empleados de almacén de tareas monótonas y, sobre todo, más duras físicamente, como levantar o mover paquetes pesados. Pero, según recoge el medio estadounidense, también podría afectar a la salud, la seguridad y el ánimo de los trabajadores y aumentar y acelerar la tasa de reemplazo de los mismos.
La explicación a estas posibles consecuencias es que la IA no solo está “al servicio” del empleado, sino también del empleador.
Las estanterías autónomas, los sensores y los sistemas de cribado y administración de objetos obligan, en cierta manera, a que el personal de carne y hueso trabaje más rápido y bajo una tensión mayor para mantener y mejorar la productividad.
Los expertos tendrán que hacer frente a las paradojas que puedan resultar del avance tecnológico.
Las máquinas están llamadas a liberar a los trabajadores de las cargas más pesadas, pero puede aumentar sus niveles de estrés o su carga de trabajo por horas.
Por otro lado, también habrá menos interacción humana en los lugares de trabajo y se fomentará la competitividad entre compañeros, según recoge el estudio.por TaboolaEnlaces Promovidos